Zarapito fino busca cisne negro
Zarapito fino busca cisne negro
La peripecia vital de Fino le lleva a hacer un viaje desde el aguazal de Kazajistán donde ve la luz junto a sus hermanos hasta la laguna marroquí de Merja Zerga, conocido lugar de invernada, pasando por Grecia, Italia y, cómo no, España. Cruzar el Estrecho de Gibraltar es toda una odisea. El itinerario de regreso le lleva a través del desierto argelino, un saladar en Túnez, el sur de Israel, Mesopotamia y las orillas del Caspio. No descubro nada, porque el mapa de su periplo aparece en las primeras páginas del libro. En todas las estaciones de paso, Fino traba contacto con otras aves y termina siendo popular entre los migrantes, por inesperado y exclusivo, pero también por inseguro. ¡Hay que ayudarle! Claro que sí, ¡por todos los escribanos hortelanos! Sobre todo, debe evitar a esa especie bípeda que parece obcecada en trastocarlo todo, en satisfacer sus necesidades sin reparar en nadie. Hay algunos ejemplares que son de fiar, que disfrutan en compañía de las aves, pero representan una minoría. Mejor buscar entre los zarapitos reales y trinadores, a ver si entre ellos hay alguno con el pecho más claro, tachonado, y con el pico menos llamativo y sólo ligeramente curvo. Si su reclamo es un fiufifififi, entonces quizá haya aparecido otra aguja en el pajar, un muy improbable zarapito fino.
El libro, sensiblemente ilustrado por María Álvarez, se lee con agrado y complicidad. En un par de sentadas, si de eso se trata. Los diálogos son vivos, ligeros, la fantasía desbordante. Pero ofrece mucha información sobre este fantasmal limícola. Y, como toda fábula, encierra su moraleja.