Viaje al fondo del mar
Viaje al fondo del mar
La vocación le viene de su familia de pescadores en la cosa occidental de Irlanda, donde empezó a fascinarse con las criaturas que habitan el mayor ecosistema de este planeta teñido de azul. Luego vinieron la universidad, las escuelas de buceo, una actividad docente e investigadora que aún mantiene, las reuniones con expertos internacionales y, por supuesto, las expediciones a bordo de buques oceanográficos por todos los rincones del mundo.
Tanta actividad no ha mermado su capacidad innata de fascinación, ni tampoco el empeño demostrado por defender el mar de las prospecciones petrolíferas y mineras, la avalancha de residuos plásticos y los excesos de la pesca industrial. Así pues, se trata de un libro que combina la divulgación con la denuncia y la crónica viajera con la batalla mediática.
Hay grandes vacíos, tanto legales como de conocimiento, que impiden una regulación adecuada de las actividades que dañan los ecosistemas marinos, sobre todos sus fondos más profundos, que son difícilmente alcanzables y, por lo tanto, los peor conocidos. Rogers nos lleva de las gélidas aguas de la Antártida a los arrecifes coralinos, de las dorsales oceánicas a las sorprendentes fuentes hidrotermales donde quizá surgiera la vida, de las pesquerías de altura a los tribunales de justicia. Todo a través de sus experiencias personales, compartidas con una legión de colegas.
Es una lástima que Ático de los Libros no se haya esmerado ni en la traducción ni en la edición. Pegas que empañan un libro valiente, entretenido y didáctico. No es de recibo que se siga traduciendo literalmente ecologist por ecologista (ecólogo), sulphur por sulfuro (azufre) o torch por antorcha (linterna). ¿Qué pinta una antorcha en un banco moderno, equipado con laboratorios y sofisticados robots submarinos? Por no hablar de todas esas langostas (lobster) que no dejan de ser, en realidad, más que simples bogavantes. También hay pifias achacables a una descuida revisión posterior del texto. Pequeños detalles que impiden disfrutar plenamente de una buena lectura y que podrían haberse subsanado con un editor que dominara el lenguaje y los ámbitos de las ciencias naturales.