Una Visión

Cada vez es más difícil sorprenderse, en los tiempos que corren parece que lo hemos visto, oído y saboreado todo, que nada queda por descubrir, por recorrer, por aprehender. Y pensamos que quizá, si algo así quedara, sería en lugares remotos, exóticos e inal- canzables. Y entonces, de repente, cuando menos lo esperamos algo se enciende como un fósforo y una visión se nos revela tan nítidamente que no podemos evitar extrañeza; ¿cómo pudo pasarnos desapercibida? ¿Por qué nadie nos dijo que estaba allí? Y como una flor excéntrica de aragonito, con innumerables, desiguales y bellas agujas que irradian desde una base común, se extiende ante nuestros ojos. Así son los Territorios UNESCO de la provincia de Cáceres, una asombrosa antodita irradiando belleza de las formas más portentosas e impredecibles, en todas las direcciones: hacia arriba en sus feroces cantiles de cuarcita que desafían a las mismas estrellas; hacia abajo en las profundas aguas del río Tajo, en los secretos que esconden su tierra y sus rocas, en las raíces de sus bosques; hacia un lado y otro en el vuelo de sus innumerables aves, en el deambular de depredadores y de víctimas, en el ciclo de la vida que todo lo acoge y todo lo renueva. Porque ¿qué es la vida sin belleza?, pensamos. Y pensamos bien, pues no hay nada más humano, más connatural a nuestra especie que la búsqueda de la belleza. Acaso no la buscaban nuestros más antiguos antepasados levantando dólmenes y menhires o decorando con pinturas sus cuevas, no hay belleza en el portentoso puente romano de Alcántara o en el grandioso monasterio de Guadalupe, en los vetus- tos castillos, en las recoletas calles de los pueblos. Y en las gentes que los habitan, en sus tradiciones y sus modos de vivir. ¿No son bellos? La UNESCO cree que sí, que lo son, tanto como para reconocerlos y lanzar una idea al mundo, que Monfragüe y Tajo Internacional merecen ser, porque lo son de facto, reservas de la biosfera, de la biosfera que somos todos, y que Villuercas Ibores Jara debe ser y es un geoparque porque en pocos lugares del mundo puede apreciarse de forma tan armoniosa y cristalina el devenir de nuestro planeta. Por eso son Terri- torios UNESCO, por eso son una visión y por eso alguien tenía que contarlo.