El hombre es un animal cultural y natural. La tierra lo pone en movimiento, pero también la creación ilimitada de sus antepasados.
Ama los paisajes y a las criaturas que viven en ellos, y con el mismo entusiasmo ronda los castillos y catedrales que levantaron sus mayores. En este número de Turismo Rural hemos querido dar voz a las piedras para recalcar la riqueza patrimonial de los pueblos de España. Sabemos que el turismo cultural atrae cada año a millones de visitantes que, ante un cuadro de Goya en el Prado o fantaseando con la arquitectura de Gaudí, enmiendan la plana al modelo de sol y playa. Pero, ¿qué hay del turismo cultural en el medio rural? Pues más de lo mismo. En las villas más insospechadas nos asaltan museos de primera, yacimientos romanos, fortalezas y monasterios medievales, recatados cascos antiguos y fastuosas plazas que cantan las hazañas de sus mejores hijos.
El ovillo es tan tupido, que cuesta desmadejarlo. En las páginas que siguen te proponemos una serie de rutas por la Península –e incluso fuera de ella–, pero bien podían ser otras. Y es que el fuego es inextinguible gracias a la curiosidad de quienes lo alimentamos viajando. Tenemos la inmensa suerte de ser el fruto de un árbol de civilizaciones y mestizaje, y la habilidad probada para explotarlo. Así, no es justo que atribuyamos el crecimiento de turistas solo a factores exógenos, relacionados con los problemas que afrontan otros países de nuestro entorno. El motivo principal es que estamos haciendo las cosas bien, y eso es mérito de la gente.
De gente como la que habla en este número de Turismo Rural, cuya memoria mantiene vivas las tradiciones de sus patrias chicas, y de profesionales como los que custodian los alojamientos que dan reposo a los huesos cansados del viajero. Algunos de ellos nos han abierto las puertas de sus casas y sortean, ahora, inolvidables estancias.
Turismo Rural 158
ref: 5302158Turismo cultural y natural