Los anteriormente considerados comunes

Quién me iba a decir a mí, un humilde gorrión común, pájaro de barrio antaño fiel a mi apellido, que iba a acabar formando parte de un libro como este, dedicado a las especies amenazadas, pidiéndole ayuda a los niños para poder seguir disputándonos las migas de sus bocadillos en los recreos. Pero aquí me tenéis, junto a mi vecino de cielos urbanos, el murciélago, o las cada vez más escasas mariposas, intentando que también nos tengáis en cuenta y nos ayudéis a seguir siendo. Porque no somos menos importantes y valiosos que ellos: los famosos con los que compartimos las páginas de este libro: el lince ibérico, el orangután, el koala, el oso polar o el elefante. Por eso, porque en cuestiones de biodiversidad no existen galones, creemos justificada nuestra presencia y agradecemos la elección, así como las palabras de José Luis y los retratos de Xavier. Ojalá nuestra historia os llegue al corazón y nos socorráis para eludir el peor de los destinos para todo ser vivo: la extinción.

Gorrión
Passer domesticus

Soy aquel pájaro que daba saltitos por el patio del cole, la plaza del pueblo o las calles de la ciudad. Antes éramos muy populares, pero estamos desapareciendo. Y no, no nos hemos ido a la montaña: los gorriones somos aves urbanas, no nos gusta vivir en el bosque. Desaparecemos porque el aire de vuestras ciudades está cada vez más contaminado, el ruido es insoportable y el asfalto y el cemento se han ido imponiendo hasta expulsarnos. Pero nuestra ausencia debería serviros de aviso. Debéis hacer lo posible para que vuestras ciudades sean más sanas: por nosotros, pero también por vosotros. Porque la contaminación del aire os hace enfermar, y la mayor parte de esa contaminación sale del tubo de escape de los coches. Por eso debéis sustituir el uso del coche por el transporte público, la bici o el patinete. Y debéis pasear más. Para ello las aceras deben ser más anchas, con más árboles y más zonas verdes por todas partes. Cuando todo eso sea así volveremos a reencontrarnos.

Murciélago
Chiroptera

¿Has visto alguna vez un ratón volando? Pues aquí me tienes: soy un mamífero, no un pájaro. Solo que, del mismo modo que las ballenas se las ingeniaron para vivir en el fondo del mar, yo decidí alargar mis dedos y unirlos con una membrana para poder volar. Sin embargo, debido a mi aspecto y a las falsas leyendas que corren por ahí, los murciélagos hemos sido perseguidos por el hombre. Una gran injusticia porque lo cierto es que somos vuestros grandes aliados. La mayoría de los murciélagos nos alimentamos exclusivamente de insectos voladores, manteniendo a raya las poblaciones de moscas y mosquitos, y ayudando a los agricultores a luchar contra las plagas. Por eso en muchos campos y pueblos colocan cajas nido para favorecer nuestra presencia. Lo que te pedimos desde este libro es que nos conozcas un poco mejor, que no te dejes llevar a engaño y que aprendas a tolerar a quienes, por nuestro aspecto o nuestras costumbres, somos diferentes.

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