Salvaje 5
ref: 5313005Verano de 2020 | 112 páginas + Suplemento infantil Salvajito de 8 páginas
Salimos de una primavera perdida a un verano improvisado. Cualquier plan estival ha saltado por los aires. Será un verano montado sobre la marcha, cercano, de volver la vista a lo próximo y mirar como si fuese nuevo todo lo que dábamos por sentado. Sobre el papel, no suena mal.
Volvemos al exterior como pequeños mamíferos tras la caída del meteorito, todavía inseguros de las reglas de este nuevo mundo. Es tiempo para reflexionar sobre lo que hemos perdido y sobre lo que, momentáneamente, recuperamos. Un virus ha derribado el sentimiento de invulnerabilidad y de estar fuera de la historia en el que nos habíamos instalado -los terremotos, las guerras, los tsunamis siempre le pasaban a los demás-, y nos ha recordado que nunca hemos dejado de estar sujetos al azar, a la enfermedad, a la muerte. A la naturaleza. Mi tienda de plantas de confianza me dice que han vendido más que nunca: en cuanto reabrió, la gente se abalanzó a por algo verde, vivo y bello. El #4 de Salvaje, con su portada floral, agotó su tirada. Miles de trabajadores se cuestionan las horas perdidas en el desplazamiento diario a su oficina. En el replanteamiento forzoso de nuestra prioridades, parece que el tiempo, el espacio y la vida han escalado a lo alto de la pirámide. Valores de campo, absolutos, eternos, que La Máquina había escondido tras el ruido y la prisa. Quizás tres meses de confinamiento han servido para cambiar lo que le pedimos a la vida, o quizás sea solo un espejismo.
Este número de Salvaje se alegra de volver al monte, al mar, a la plaza, pero lo hace cojeando. Hemos sufrido mucho por haber olvidado dónde reside lo verdaderamente importante; este verano comprobaremos si hemos aprendido algo de todo este dolor.