Mis amigos y otros animales
L34.122
Andanzas de un naturalista de pueblo
19,90 €
Consigue 19 puntos de fidelidad
Este libro es un recorrido por la infancia y la adolescencia de un niño de Villapún (Palencia) y de su pandilla de inseparables amigos, protagonistas de una secuencia de divertidas peripecias, unas más memorables que otras. Ese conjunto de historias supone un viaje sentimental por el mundo rural de los años setenta y ochenta, un trayecto con el que sin duda se identificarán quienes hayan vivido en un pueblo durante aquellos tiempos. Gran amante de la naturaleza, el autor construye su relato en torno a los animales y a las plantas que va hallando en su entorno, a través de la mirada fascinada de quien, con unos pocos años, descubre la enorme riqueza que late oculta en bosques, arroyos, praderas o lagunas. Unos parajes en los que el grupo de amigos encuentra la huella del lobo, el nido del búho, la carrera del alegre lirón, las infinitas formas de los insectos o el inconfundible canto del cuco. El libro, además, supone una reivindicación de la vida en el pueblo, de sus costumbres y de sus legados culturales. Para ello, aporta una estimable recopilación de las tradiciones, del vocabulario local y de los topónimos que identifican el paisaje, una herencia transmitida de generación en generación desde tiempo inmemorial que, como tantas otras cosas, está seriamente amenazada y corre el riesgo de desaparecer.
Editorial: Aruz
ISBN: 9788412395037
Año: 2022
Edición: 1
Páginas: 400
Tamaño: 15 x 23 cm.
Peso: 700 g.
Encuadernación: Rústica
Idioma: Castellano
Disponible
Desde el título se deduce su fascinación por las correrías de otro niño amante de los animales, aquel Gerald Durrel de un Corfú también analógico y escenario de la célebre trilogía que encabeza Mi familia y otros animales. En un principio, Roberto, o Rober, pensó en rendir homenaje al clásico ya desde la portada. En lugar de la rana mecánica encerrada en un tarro de cristal de las primeras ediciones en Alianza, quiso hacer lo propio con un Click de Famobil vestido de explorador, pero la empresa juguetera le negó los permisos. Casi mejor, porque la portada ha ganado muchísimo con esa foto maravillosa de un grupo de niños ante la iglesia de Villapún. Se obtuvo en el año 1959 y no son, por lo tanto, los amigos de Rober, pero refleja fielmente lo que era una pandilla en la Castilla profunda de aquella época. Al final del libro incluye un índice onomástico de las 218 personas reales que aparecen a lo largo de sus páginas, con esos nombres propios restallantes y hoy inverosímiles tomados del santoral y que se remontan al tiempo de los visigodos. También añade un pequeño vocabulario que permite rescatar muchos términos populares ya en desuso y no se olvida de resucitar una toponimia que va cayendo poco a poco en el olvido.
Pero nada de nostalgias. Rober ha escrito un libro entrañable y divertido, desenvuelto y de ágil lectura, un homenaje a la infancia y a su tierra. Parece mentira lo mucho que puede dar de sí un lugar tan pequeño y tan perdido. En particular el melojar de La Roza, donde el autor confiesa haber pasado algunos de los momentos más felices de su vida. Cada día un descubrimiento, un encuentro afortunado, una nueva experiencia. Aventuras compartidas en todas las estaciones del año y una genuina comunión con la naturaleza que ya nunca le abandonaría.