Cuidando del entorno que nos asiste nos convertimos en compatibles con nuestro propio mundo.
El objetivo de volver a ponernos en medio de la naturaleza es lo que, de manera no solo simbólica, reconoce la UNESCO con su Programa Hombre y Biosfera (MAB). No hay humanos sin biosfera.
Una de las principales herramientas es interactuar con el paisaje, identificando los mejores enclaves y, con las correspondientes leyes, intentar mantenerlos alejados de nuestras actividades más destructivas. Se trata de crear oasis de vivacidad, procurando que la participación de los lugareños sea lo más activa y responsable posible.
La UNESCO intenta asegurar la vida, usando además una confluencia fértil entre lo cultural y lo natural. Vínculo que queda especialmente realzado en las reservas de la biosfera. Esto se traduce en una acompasada tarea por mantener activa la vieja sabiduría de la vida espontánea, al tiempo que se estimula el respeto por todas las formas que las culturas humanas han desplegado sobre la faz de la Tierra.