El árbol viajero
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Los árboles solamente pueden viajar en forma de semilla, con permiso de la industria maderera, claro está. En este caso se trata de un abeto que arraiga lejos de la planta madre gracias a la intervención de una paloma torcaz. Buena parte de los relatos de Michio Hoshino se desarrollan en Alaska, donde consiguió labrarse un nombre como fotógrafo de la naturaleza. Pero ha trascendido sobre todo su trágico final, causado por el ataque de un oso que pretendía fotografiar en Rusia.
Editorial: Cántico
Colección: Doble orilla narrativa
ISBN: 9788410288171
Año: 08-10-2024
Edición: 72
Páginas: 226
Tamaño: 14 x 21 cm
Peso: 300 g.
Encuadernación: Tapa blanda o Bolsillo
Idioma: Castellano
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Michio Hoshino (27 de septiembre de 1952 - 8 de agosto de 1996) fue un fotógrafo de naturaleza japonés. Considerado uno de los fotógrafos de naturaleza más famosos de su época y comparado con Ansel Adams, Hoshino se especializó en fotografiar la vida salvaje de Alaska hasta que murió a manos de un oso pardo mientras realizaba un encargo en el lago Kurilskoye, Rusia, en 1996. El interés de Michio por Alaska comenzó a los 19 años, cuando compró un libro de fotos en el que aparecía el pueblo de Shishmaref. Deseoso de verlo por sí mismo, envió una carta al alcalde del pueblo, que le contestó seis meses después invitándole a visitarlo. El verano siguiente pasó allí tres meses, fotografiando y ayudando a pescar. En ese momento decidió hacerse fotógrafo. Más tarde se graduó en la Universidad de Keio, y durante dos años trabajó como ayudante del fotógrafo de fauna salvaje Kojo Tanaka. En 1978, Hoshino se matriculó en la Universidad de Alaska Fairbanks, donde estudió gestión de la vida salvaje. Era famoso entre sus colegas por sus tomas realizadas desde una posición muy cercana a los animales, incluidos los osos. Sin embargo, Hoshino se consideraba un fotógrafo de la naturaleza en un sentido más amplio, que incluía a los indígenas y sus interacciones con el entorno. En busca de la toma perfecta, soportó expediciones agotadoras, que incluyeron vivir durante un mes en un glaciar. Como recordaba su amigo y colega Kim Heacox, Hoshino respetaba tanto la naturaleza y a todos los seres que "prácticamente se inclinaba antes de pulsar el obturador".